que proviene del alma,
ilumina mi senda, mi camino,
alumbra mi vida y mi fe.
Es la fuerza que tu sonrisa retiene
desinfectando el repudio,
o esta aprensión sin sentido,
mi indulgencia indolente y pasiva,
mi apatía veraz y espontánea.
Basta con descubrirte
tras esa mirada felina,
en tu conquista serena del tiempo,
para amarte sin condiciones, sincero,
para cogerte la mano y entender el porqué.
Quedémonos juntos durmiendo en la orilla,
con la luz de la luna rellena
brillando en tu pelo castaño,
soñando una paz infinita,
calmando la angustia
de ser lo que nunca seremos.
Porque hoy el tiempo estará a nuestro lado,
con Septiembre difunto y eterno.
Con la brisa robando tu aroma,
las ganas del uno del otro,
y el miedo a mañana dormido,
rozando nariz con nariz.