domingo, 27 de noviembre de 2011

06:00 am

Pasear es también un regalo,
y más en las noches de otoño,
cuando el aliento se aleja de uno,
formando nubes grisáceas,
de nostalgia, de duda...

Ya duerme nuestro futuro,
se acuesta el sol, no los prejuicios,
no los curiosos, ni la ciudad,
y hoy quiero frío, quiero temblores.

Pues solo el silencio me arma,
solo las calles naranjas,
solo la noche de viejos cantores
diciendo "Nuestra existencia es igual".

No es lo mismo para todos...
No si te enseño estas cosas,
si te muestro mi espejo,
las cortinas de un baño anegado,
cálices llenos de furia, deseo,
unas aceras marchitas
y un poliespán cual jergón.

Gente en el cine, diez restaurantes,
pero entre medias hay odio,
miedo a morirse,
dos toxicómanas sueñan...
Qué demonios será reir...

Y es mi condena, mi Hare Krishna,
por más vivencias va todo igual,
solo hay papeles, gente que va, gente viene,
yo aun a lo mio con más bagaje,
coleccionar noviembres, en soledad.

Meditabundo y sobrio.
Preso del simposio social,
de aglutinados en plazas
buscando respuestas,
recorro los parques, el centro,
aun hay dolor de cosquillas,
viernes de nieve, plaza de españa.
Viejo amor mi Madrid.


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